
El mito tehuelche narrado en un tapiz
Versión libre del mito de Elal
Proyecto Entretejiendo Nuestra Identidad
Fundación Patagonica Austral Municipalidad de Cmte. Luis Piedra Buena
Subsecretaría de Cultura de Santa Cruz
Dirección de Patrimonio Cultural
Esfuerzo de muchos
Santa cruz posee un incomparable Patrimonio Cultural y Natural, desde hace millones de años nos llegan los testimonios de flora y fauna que suscitan interés en investigadores de todo el mundo.
Los antecedentes de poblamiento humano datan de más de 13.000 años, siendo de los más antiguos del continente americano. Ya en la época moderna, los probables descendientes de estos pueblos originarios, los tehuelches, habitaron nuestra región.
Aunque hoy en día están presentes integrando nuestra sociedad santacruceña, poco conocemos de sus ritos y costumbres debido a la desvalorización sistemática a la que han sido sujetos. Tehuelches, mapuches, criollos e inmigrantes europeos, todos formamos parte de esta diversidad provincial. Aún cuando nuestros abuelos hayan descendido de los barcos, todos debemos reconocernos como pueblos originarios si queremos llegar a integrar una identidad.
El mito tehuelche de la creación de la Tierra: Elal, hijo de los dioses de la mitología aonikenk, nos transmite su versión de los hechos.
Este tapiz, esfuerzo de muchas personas a lo largo de la Provincia, es un material incomparable por su contenido, su poética y sus hermosas ilustraciones, obra de los niños de Santa Cruz y bordado por las manos de nuestra gente.
Desde la Dirección de Patrimonio Cultural, intentamos poner a disposición este material para conocer más sobre nuestros orígenes y entender la filosofía de integración con al naturaleza.
Arq. Silvia Mirelman
Directora de Patrimonio Cultural
Subsecretaría de Cultura de Santa Cruz
La historia del tapiz
En el año 1985, el Dr. Carlos Riera Cervantes propuso a la Dirección de Cultura de la localidad de Comandante Luis Piedra Buena (Provincia de Santa Cruz) la presentación conjunta con la Fundación Patagonica Austral, de un proyecto a la UNESCO consistente en la realización de un tapiz que relatase la historia de Santa Cruz. Dicho tapiz sería creado a partir de los dibujos de niños y bordado por artesanos y artesanas de toda la provincia. Este proyecto, denominado “Entretejiendo Nuestra Identidad” fue el único aprobado para Argentina durante ese año.
A partir de ese momento, se creó una Comisión Pro-Tapiz presidida por el Arq. Daniel Cazzappa y conformada por docentes y artesanos, quienes resolvieron modificar el tema del tapiz relatando el mito tehuelche de la creación del mundo en vez de la historia de la provincia de Santa Cruz. Los docentes Marcos Scurzi y Gustavo López realizaron una paciente investigación histórico-antropológica para recopilar las distintas versiones del mito relatado por los antiguos pobladores de la región. También recabaron datos acerca de la flora, la fauna y las diferentes características del territorio santacruceño.
Con estos elementos, los docentes viajaron a todas las localidades de Santa Cruz para narrarles el mito de Elal a los niños, quienes con hojas de papel y pasteles al óleo realizaron más de 5000 dibujos ilustrando los distintos momentos del mito. Posteriormente, Eduardo Gálvez llevó a cabo la síntesis poética de los textos, que sirvió de hilo conductor a un equipo de arquitectos y profesores de artes plásticas, para que efectuasen la selección de los trabajos y el diseño definitivo de la obra.
Durante 7 años de trabajo, niños, jóvenes, docentes y artesanos de la provincia de Santa Cruz, bordaron con lana hilada a mano este tapiz de casi 27 metros de largo. En él pudieron deleitarse con las peripecias de Elal, héroe mítico del pueblo originario tehuelche: su viaje al extremo sur del continente americano, su descenso en el Chaltén y las instrucciones que dio a los chonek (tehuelches), para poder vivir en la estepa austral.
Se trata, en definitiva, de una versión libre, coherente y motivadora del mito, un patrón visual volcado en lienzo crudo y realizado enteramente en forma artesanal. En la elaboración del tapiz fueron utilizadas lanas patagónicas, tinturas locales, recetas tradicionales de teñido y muchas horas de conversación, trabajo y creación. Todos esos elementos han quedado fundidos en cada trazo de tela, manteniendo viva, de esta manera, la memoria de los tehuelches, pobladores originarios y dueños ancestrales de la extensa Patagonia Austral.
El tapiz fue declarado de Interés Cultural por el Gobierno de la Provincia de Santa Cruz y recorrió, en muestra itinerante, todas las localidades del territorio. También fue expuesto en la sede de la UNESCO, en París, en 1997 y en distintas ciudades de España durante 1998.
Desde 1992, la ciudad de Comandante Luis Piedra Buena es la depositaria de este tapiz, considerando actualmente el más largo de América.
En medio de extensos mares, en una isla lejana, el gigante Nóshtex raptó a la nube Teo, encerrándola en una caverna. Cuando sus hermanas advirtieron la ausencia, descargaron tormentas de vientos poderosos y lluvias torrenciales. Y Koosh, el creador del mundo, profetizó que aquel que osara raptar a una nube, sería castigado, y que si acaso ella esperaba un hijo, ese niño sería más poderoso que su padre.
Nóshtex, lleno de temor ante la preñez de Teo, la golpeo salvajemente, arrancándole el niño de sus entrañas para despedazarla. Entonces una tuco- tuco*, TerrWerr, salvó la vida del pequeño escondiéndolo en su cueva. Cuando el refugio fue insuficiente para protegerlo, TerrWerr solicitó ayuda a todos los animales para enviarlo a las otras tierras creadas por Koosh.
Y así fue como comenzaron los preparativos para la fuga. Mientras que la mayoría de los animales acudieron al lugar para ayudar con el escape, algunos, como el puma y la lechuza, se negaron, y otros, como el flamenco, el piche, el zorrino y el ñandú, llegaron tarde. El flamenco, Kapenkenk, se entristeció para siempre por su indebido retraso; por eso el niño le pintó el plumaje con los tonos rosados del amanecer, intentando inútilmente aliviar su pena.
El niño castigó al ñandú, Mexeush, quitándole el don de volar por su tardanza. El zorrino iba tan feliz que no pudo evitar contárselo a Nóshtex. Debido a su indiscreción este animal se quedó sin amigos y por eso ahora lanza un olor nauseabundo que aleja a quien se cruza en su camino. Casi todos los animales confluyeron en las orillas de una laguna para ver cómo el cisne, Kóokne, lo llevaba sobre su lomo, volando a través del mar.
Como esa travesía salvadora unió el alma del pequeño con la de los cisnes para siempre, el niño fue llamado Elal, por el sonido que esas aves producen mientras van en vuelo. Elal fue depositado en el cerro Chaltén, cumbre del nuevo territorio creado por cosh (hoy conocido como Patagonia). Allí los pájaros lo protegieron del frío dándole calor con la suavidad de sus plumajes y lo defendieron del hambre trayéndole, con sus picos, alimentos de la estepa.
Al descender de la cumbre, Elal fue atacado, con furia, por dos hermanos, Kokeske (frío) y shíe (nieve). Para defenderse, golpeó dos piedras, y con ello invocó la vital presencia del Fuego. Entonces los hermanos pidieron ayuda de Maip, espíritu maléfico. Pero por temor a que el héroe enseñase a las aves cómo invocar a las llamas, un pacto de paz se hizo entre los enemigos, dejando así terreno libre para el desarrollo de la vida.
Al enterarse Elal de la presencia de su padre en el nuevo territorio creó los bosques y a los humanos (chonek) para defenderse. Por eso el gigante se vio obligado a regresar. Y cuando Elal se reunió nuevamente con los chonek, les enseñó las artes de invocar al fuego y de matar con arco y flecha; mientras los acompañaba en su primera cacería, les habló de la importancia de ser valientes para sobrevivir.
Entretanto, Nóshtex encomendó a su hermano Gosye matar a Elal. Como no pudo reconocer asu sobrino, Gosye daba muerte, devorando, a todo cazador y criatura que encontrase en su camino. En vano los chonek trataron de matar al gigante con cuchillos y flechas, ya que sus puntas rebotaban en la gruesa piel del gigante. Elal sometió a Gosye a un terrible castigo... Humillado, el agresor, debió emprender el regreso.
Nóshtex se enojó tanto con el fracaso de gosye, que hizo temblar la isla con un poderoso rugido. Decidió llevar a cabo un intenso más para dar muerte a su hijo. Para ello, hizo adiestrar a un poderoso cazador de nombre shintaukel. Luego de haber terminado su entrenamiento, el retador arribó al nuevo territorio para desafiar definitivamente a Elal.
En plena batalla entre Elal y Shintaukel, el sol se oscureció y una manada de pumas rodeó a los contrincantes. Shintaukel aprovechó el momento para herir a Elal, mientras éste luchaba contra los felinos. El extraño suceso fue visto por los chonek como un mal augurio, y comenzaron a alentar a Shintaukel. Como Elal desapareció ante la mirada atónita de los hombres, el joven cazador fue considerado el nuevo héroe.
Versión libre del mito de Elal
Proyecto Entretejiendo Nuestra Identidad
Fundación Patagonica Austral Municipalidad de Cmte. Luis Piedra Buena
Subsecretaría de Cultura de Santa Cruz
Dirección de Patrimonio Cultural
Esfuerzo de muchos
Santa cruz posee un incomparable Patrimonio Cultural y Natural, desde hace millones de años nos llegan los testimonios de flora y fauna que suscitan interés en investigadores de todo el mundo.
Los antecedentes de poblamiento humano datan de más de 13.000 años, siendo de los más antiguos del continente americano. Ya en la época moderna, los probables descendientes de estos pueblos originarios, los tehuelches, habitaron nuestra región.
Aunque hoy en día están presentes integrando nuestra sociedad santacruceña, poco conocemos de sus ritos y costumbres debido a la desvalorización sistemática a la que han sido sujetos. Tehuelches, mapuches, criollos e inmigrantes europeos, todos formamos parte de esta diversidad provincial. Aún cuando nuestros abuelos hayan descendido de los barcos, todos debemos reconocernos como pueblos originarios si queremos llegar a integrar una identidad.
El mito tehuelche de la creación de la Tierra: Elal, hijo de los dioses de la mitología aonikenk, nos transmite su versión de los hechos.
Este tapiz, esfuerzo de muchas personas a lo largo de la Provincia, es un material incomparable por su contenido, su poética y sus hermosas ilustraciones, obra de los niños de Santa Cruz y bordado por las manos de nuestra gente.
Desde la Dirección de Patrimonio Cultural, intentamos poner a disposición este material para conocer más sobre nuestros orígenes y entender la filosofía de integración con al naturaleza.
Arq. Silvia Mirelman
Directora de Patrimonio Cultural
Subsecretaría de Cultura de Santa Cruz
La historia del tapiz
En el año 1985, el Dr. Carlos Riera Cervantes propuso a la Dirección de Cultura de la localidad de Comandante Luis Piedra Buena (Provincia de Santa Cruz) la presentación conjunta con la Fundación Patagonica Austral, de un proyecto a la UNESCO consistente en la realización de un tapiz que relatase la historia de Santa Cruz. Dicho tapiz sería creado a partir de los dibujos de niños y bordado por artesanos y artesanas de toda la provincia. Este proyecto, denominado “Entretejiendo Nuestra Identidad” fue el único aprobado para Argentina durante ese año.
A partir de ese momento, se creó una Comisión Pro-Tapiz presidida por el Arq. Daniel Cazzappa y conformada por docentes y artesanos, quienes resolvieron modificar el tema del tapiz relatando el mito tehuelche de la creación del mundo en vez de la historia de la provincia de Santa Cruz. Los docentes Marcos Scurzi y Gustavo López realizaron una paciente investigación histórico-antropológica para recopilar las distintas versiones del mito relatado por los antiguos pobladores de la región. También recabaron datos acerca de la flora, la fauna y las diferentes características del territorio santacruceño.
Con estos elementos, los docentes viajaron a todas las localidades de Santa Cruz para narrarles el mito de Elal a los niños, quienes con hojas de papel y pasteles al óleo realizaron más de 5000 dibujos ilustrando los distintos momentos del mito. Posteriormente, Eduardo Gálvez llevó a cabo la síntesis poética de los textos, que sirvió de hilo conductor a un equipo de arquitectos y profesores de artes plásticas, para que efectuasen la selección de los trabajos y el diseño definitivo de la obra.
Durante 7 años de trabajo, niños, jóvenes, docentes y artesanos de la provincia de Santa Cruz, bordaron con lana hilada a mano este tapiz de casi 27 metros de largo. En él pudieron deleitarse con las peripecias de Elal, héroe mítico del pueblo originario tehuelche: su viaje al extremo sur del continente americano, su descenso en el Chaltén y las instrucciones que dio a los chonek (tehuelches), para poder vivir en la estepa austral.
Se trata, en definitiva, de una versión libre, coherente y motivadora del mito, un patrón visual volcado en lienzo crudo y realizado enteramente en forma artesanal. En la elaboración del tapiz fueron utilizadas lanas patagónicas, tinturas locales, recetas tradicionales de teñido y muchas horas de conversación, trabajo y creación. Todos esos elementos han quedado fundidos en cada trazo de tela, manteniendo viva, de esta manera, la memoria de los tehuelches, pobladores originarios y dueños ancestrales de la extensa Patagonia Austral.
El tapiz fue declarado de Interés Cultural por el Gobierno de la Provincia de Santa Cruz y recorrió, en muestra itinerante, todas las localidades del territorio. También fue expuesto en la sede de la UNESCO, en París, en 1997 y en distintas ciudades de España durante 1998.
Desde 1992, la ciudad de Comandante Luis Piedra Buena es la depositaria de este tapiz, considerando actualmente el más largo de América.
En medio de extensos mares, en una isla lejana, el gigante Nóshtex raptó a la nube Teo, encerrándola en una caverna. Cuando sus hermanas advirtieron la ausencia, descargaron tormentas de vientos poderosos y lluvias torrenciales. Y Koosh, el creador del mundo, profetizó que aquel que osara raptar a una nube, sería castigado, y que si acaso ella esperaba un hijo, ese niño sería más poderoso que su padre.
Nóshtex, lleno de temor ante la preñez de Teo, la golpeo salvajemente, arrancándole el niño de sus entrañas para despedazarla. Entonces una tuco- tuco*, TerrWerr, salvó la vida del pequeño escondiéndolo en su cueva. Cuando el refugio fue insuficiente para protegerlo, TerrWerr solicitó ayuda a todos los animales para enviarlo a las otras tierras creadas por Koosh.
Y así fue como comenzaron los preparativos para la fuga. Mientras que la mayoría de los animales acudieron al lugar para ayudar con el escape, algunos, como el puma y la lechuza, se negaron, y otros, como el flamenco, el piche, el zorrino y el ñandú, llegaron tarde. El flamenco, Kapenkenk, se entristeció para siempre por su indebido retraso; por eso el niño le pintó el plumaje con los tonos rosados del amanecer, intentando inútilmente aliviar su pena.
El niño castigó al ñandú, Mexeush, quitándole el don de volar por su tardanza. El zorrino iba tan feliz que no pudo evitar contárselo a Nóshtex. Debido a su indiscreción este animal se quedó sin amigos y por eso ahora lanza un olor nauseabundo que aleja a quien se cruza en su camino. Casi todos los animales confluyeron en las orillas de una laguna para ver cómo el cisne, Kóokne, lo llevaba sobre su lomo, volando a través del mar.
Como esa travesía salvadora unió el alma del pequeño con la de los cisnes para siempre, el niño fue llamado Elal, por el sonido que esas aves producen mientras van en vuelo. Elal fue depositado en el cerro Chaltén, cumbre del nuevo territorio creado por cosh (hoy conocido como Patagonia). Allí los pájaros lo protegieron del frío dándole calor con la suavidad de sus plumajes y lo defendieron del hambre trayéndole, con sus picos, alimentos de la estepa.
Al descender de la cumbre, Elal fue atacado, con furia, por dos hermanos, Kokeske (frío) y shíe (nieve). Para defenderse, golpeó dos piedras, y con ello invocó la vital presencia del Fuego. Entonces los hermanos pidieron ayuda de Maip, espíritu maléfico. Pero por temor a que el héroe enseñase a las aves cómo invocar a las llamas, un pacto de paz se hizo entre los enemigos, dejando así terreno libre para el desarrollo de la vida.
Al enterarse Elal de la presencia de su padre en el nuevo territorio creó los bosques y a los humanos (chonek) para defenderse. Por eso el gigante se vio obligado a regresar. Y cuando Elal se reunió nuevamente con los chonek, les enseñó las artes de invocar al fuego y de matar con arco y flecha; mientras los acompañaba en su primera cacería, les habló de la importancia de ser valientes para sobrevivir.
Entretanto, Nóshtex encomendó a su hermano Gosye matar a Elal. Como no pudo reconocer asu sobrino, Gosye daba muerte, devorando, a todo cazador y criatura que encontrase en su camino. En vano los chonek trataron de matar al gigante con cuchillos y flechas, ya que sus puntas rebotaban en la gruesa piel del gigante. Elal sometió a Gosye a un terrible castigo... Humillado, el agresor, debió emprender el regreso.
Nóshtex se enojó tanto con el fracaso de gosye, que hizo temblar la isla con un poderoso rugido. Decidió llevar a cabo un intenso más para dar muerte a su hijo. Para ello, hizo adiestrar a un poderoso cazador de nombre shintaukel. Luego de haber terminado su entrenamiento, el retador arribó al nuevo territorio para desafiar definitivamente a Elal.
En plena batalla entre Elal y Shintaukel, el sol se oscureció y una manada de pumas rodeó a los contrincantes. Shintaukel aprovechó el momento para herir a Elal, mientras éste luchaba contra los felinos. El extraño suceso fue visto por los chonek como un mal augurio, y comenzaron a alentar a Shintaukel. Como Elal desapareció ante la mirada atónita de los hombres, el joven cazador fue considerado el nuevo héroe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario